Hoy fue un pésimo día para mí espero se me pase escribiendo este post.
Hoy castigue a mi hijo mayor dos veces, y no me refiero a llamarle la atención o a no dejarlo ver televisión. Me comporté como un mal padre ("una BESTIA") y le jale los pelos en tres ocasiones, le di unos palmazos en la retaguardia, un puñete en el brazo y una patada.
En estos momentos mi hijo y mi esposa no están han salido a comprar, mis dos hijas están con la empleada. Y yo me he servido una taza de café, porque estoy muy triste se lo que he hecho, hace frió y no puedo evitar escuchar el silencio de mi cuarto; y todo esto me hace recordar:
“Viene a mi mente un lejano recuerdo de lo mejor que me ha pasado en la vida, hace casi 9 años yo estaba dando vueltas en un frío pasillo de un hospital. En ese entonces tenía 24 años, había acabado la Universidad y estaba trabajando en una Agencia de Publicidad, recuerdo que mi sueldo no superaba los s/. 500. Obviamente no tenía seguro médico, ni mucho menos tenia ahorros pero era el hombre más fácil del planeta: "Mi hijo estaba por nacer".
Sólo los padres pueden saber la mezcla de sentimientos que uno puede tener al ver el rostro de su hijo por primera vez. Son tantos a la vez que es difícil describir lo que uno siente.
Lo que si estoy seguro que aunque los bebes no tuvieran etiquetas con sus nombres, los papas de inmediato sabrían cual es su hijo. En la sala habían más de 10 bebes pero en todo momento yo dirigí la mirada y me fui acercando a mi hijo.
No tenía una filmadora, ni cámara de fotos (estos utensilios los había vendido por salir con una ex postulante al miss Perú). Lo gracioso es que todo lo que gasté con esta linda mujer me hubiera alcanzado para que mi esposa hubiera dado a luz en una buena clínica. Pero lamentablemente no fue así, porque la vida no se planea va llegando de a pocos, y allí estaba yo parado frente a mí bebe: sólo y sin plata. Pero orgulloso hasta los dientes de ser papá.”
Pero otra vez la luz del recuerdo se apaga, y vuelvo a la realidad: mi hijo ya tiene casi 9 años, no está en casa y debe estar enojado conmigo. Y yo lo estoy más, porque no he tenido días buenos desde que cumplí 33 (no sé porque me estoy obsesionando tanto con esta edad), pero me doy cuenta que lo he castigado no porque haya gritado a su mamá o se haya portado muy mal sino porque me estoy desquitando con él mi mal estado de animo y eso es lo que más me duele.
Quisiera estar otra vez delante de esa ventana viendo a mi hijo con esos escasos minutos de vida sonriéndome, y yo sintiéndome tan feliz de la vida como un chiquillo suelto en plaza.
Creo que voy a llorar un rato para que se me pase, luego esperaré que llegue mi hijo y le pediré perdón porque se lo merece.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario